El Señor Jesucristo al enseñar a los judíos la doctrina de su Padre, les dijo en Juan 8:32: Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará. Los judíos entendieron estas palabras en estricto sentido material por lo que no le creyeron, pues se sentían libres, aunque en realidad no lo eran, porque en ese entonces Israel estaba bajo el dominio del imperio de Roma. Sin embargo, nuestro Señor se refería a la libertad espiritual; esa libertad que nos permite acercarnos a Dios libres del pecado, perdonados y con la esperanza de obtener la Vida Eterna a través del sacrificio de Jesucristo.
¿Quién y qué es la verdad? Muchos filósofos, pensadores y hombres de ciencia han intentado a lo largo de los siglos, definir la verdad, pero no lo han logrado. El problema es que el mundo intenta definir la verdad desde una perspectiva equivocada, sustentando sus enunciados en afirmaciones humanas, como si la verdad tuviera su origen en lo terreno. El hombre no surgió por sí mismo, ni es producto de la evolución, el hombre es creación de Dios, así lo dice el Salmo 100:3: Reconoced que Jehová él es Dios: Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos. Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. El mismo Satanás y sus millones de demonios son creación de Dios, todo lo visible e invisible es parte del Universo que Dios creó. Siendo así, debemos acudir a la Palabra de Dios para encontrar respuesta a la pregunta ¿qué es la verdad? Al predicar a los judíos, el Señor les dio la clave para encontrar la verdad, leamos en Juan 8:31-32: Y decía Jesús a los Judíos que le habían creído: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará. Si permanecemos en la palabra del Señor, vamos a conocer la verdad, la palabra del Señor es la palabra de su Padre, materializada en la Sagrada Escritura. La verdad es Jesucristo, es su Palabra, porque la Palabra y Jesucristo no se contradicen. Consideremos solo dos ejemplos para entender la verdad: La Palabra de Dios dice que el sábado es el día de reposo y Jesucristo lo guardó, la Palabra de Dios dice que la oración debe hacerse de rodillas y Jesucristo cuando oraba se arrodillaba, por eso el Señor recomendó escudriñar la Escritura, para conocer más a Jesucristo y así conocer la verdad, veamos en Juan 5:39: Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. La verdad no se encuentra en los escritos de los filósofos o pensadores, ni en los libros de ciencia. La verdad es la Palabra de Dios. Si somos verdaderamente cristianos debemos creer a sus palabras, consideremos lo que dice Juan 17:17: Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad. ¿Entonces por qué muchas organizaciones que dicen llamarse cristianas y que dicen ser y estar en la verdad enseñan cosas contrarias a las Sagradas Escrituras? Porque solamente quieren tener el título de cristianos, pero no quieren permanecer en la Palabra; por eso enseñan que se van al cielo, a comer comidas inmundas, a participar de fiestas mundanas, entre otros. Si la verdad es la Palabra, y queremos ser libres, debemos obedecer lo que ella dice. 1º de Samuel 15:22 dice: Y Samuel dijo: ¿Tiene Jehová tanto contentamiento con los holocaustos y víctimas, como en obedecer a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios; y el prestar atención que el sebo de los carneros:
¿DE QUÉ NOS LIBERTA LA VERDAD?
De las falsas ideas de Dios y de su hijo Jesucristo. El enemigo de Dios – Satanás – usa a los falsos profetas para transmitir una idea errada y totalmente apartada de la Sagrada Escritura acerca de Dios y de su hijo Jesucristo. A Dios, lo hace aparecer como un Dios que infunde miedo, que enviará a los malos cuando mueran a un infierno de fuego, donde los hará pasar el resto de la eternidad sufriendo los tormentos por su vida pecadora. Dios no ha enviado a esos falsos profetas, veamos en Jeremías 23:21: No envié yo aquellos profetas, y ellos corrían: yo no les hablé, y ellos profetizaban. Contrario a lo que enseñan los falsos profetas, la Sagrada Escritura describe al Altísimo como un Dios misericordioso, que no quiere la muerte del impío, que está dispuesto a perdonarle a través de su amado hijo Jesucristo, confirmémoslo leyendo en Ezequiel 18:23: ¿Quiero yo la muerte del impío? Dice el Señor Jehová. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos? Y en cuanto al juicio de cada ser humano, la Palabra de Dios enseña que ningún justo al morir goza de la vida eterna, y tampoco ningún pecador al morir sufre los tormentos por su vida pecaminosa. Será hasta el día del juicio, cuando cada uno comparezcamos ante el Tribunal de Cristo, que el Señor pagará a cada uno conforme a sus obras. Romanos 2:6 dice: El cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
Acerca de Jesucristo, los falsos profetas lo presentan como un Cristo sin santidad, al que le gustan las celebraciones paganas de cumpleaños, navidad, año nuevo y cualquier otra que invente la Iglesia de Roma. En su ministerio, Jesucristo le preguntó a sus discípulos qué decían las gentes de él, veamos en Lucas 9:18-20: Y aconteció que estando él solo orando, estaban con él los discípulos; y les preguntó diciendo: ¿Quién dicen las gentes que soy? Y ellos respondieron, y dijeron: Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado. Y les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Simón Pedro, dijo: El Cristo de Dios. El Cristo de las Escrituras es el que nos dejó la doctrina que recibió de su Padre. Leamos en Juan 7:16: Respondióles Jesús, y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.
Iglesia de Dios. Guatemala, C. A. Enseñanzas del Israel de Dios. Conoceréis la Verdad. Página 2
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Mayordomía General. Personería Jurídica 11 de diciembre de 1957. Visítenos en www.iglesiadedios.com.gt
De las tradiciones y las fábulas. Jesucristo les reclamó a los Fariseos pues sustituyeron los mandamientos de Dios por tradiciones sin fundamento en la Palabra de Dios. Consideremos el quinto mandamiento de Dios, que se refiere a la honra que debemos a nuestros padres, sin embargo, los Fariseos habían impuesto su tradición para invalidar este mandamiento, persiguiendo intereses personales. Leamos en Marcos 7:9-13: Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y: El que maldijera al padre o a la madre, morirá de muerte. Y vosotros decís: Basta si dijere un hombre al padre o la madre: Es Corbán (quiere decir, don mío a Dios) todo aquello con que pudiera valerte; Y no le dejáis hacer más por padre o por su madre, Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que disteis: y muchas cosas hacéis semejantes a éstas. El apóstol Pablo, que fue Fariseo, confirmó las palabras de Jesucristo en la carta que escribió a los hermanos en Roma. Veamos en Romanos 10:1-2: Hermanos, ciertamente la voluntad de mi corazón y mi oración a Dios sobre Israel, es para salud. Porque yo les doy testimonio que tienen celo de Dios, mas no conforme a ciencia. Un buen número de Fariseos entendió la doctrina de Jesucristo y dejaron aquellas tradiciones. Israel sigue siendo el pueblo de Dios, aunque ahora el Altísimo ha extendido su misericordia al pueblo gentil, para que entremos al reino de los cielos, al evangelio de Jesucristo. Romanos 9:25 dice: Como también en Oseas dice: Llamaré al que no era mi pueblo, pueblo mío; Y a la no amada, amada.
Igual ocurre en este tiempo, pues en el mundo religioso romano y protestante imperan las tradiciones, se deja a un lado la preciosa doctrina de Jesucristo, y se promueven las tradiciones y fábulas que les generan más dinero y atraen a multitud de gentes, a costa de la verdad y de la salvación. El desencanto será en la venida de Jesucristo, pues las multitudes engañadas recibirán una dura respuesta del Hijo de Dios, pues escogieron la tradición antes que la verdad escrita en la Sagrada Escritura. Consideremos Mateo 15:8: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón lejos está de mí. Mas en vano me honran, Enseñando doctrinas y mandamientos de hombres. Al enfrentar a Jesucristo recibirán esta respuesta descrita en Mateo 7:22: Muchos me dirán en aquel día: Señor; Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad.
Libres de Satanás. Satanás usa a sus siervos, los profetas mentirosos, para hundir al mundo en las tinieblas del pecado con enseñanzas contrarias a la Palabra de Dios. Jesucristo vino para deshacer las obras del Diablo, dice en 1ª. Juan 3:8: El que hace pecado, es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Toda persona que desea apartarse de la iniquidad en que ha vivido e invoca el nombre del Señor puede liberarse de las garras del demonio. Leamos en 2ª. Timoteo 2:19: …Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. Versículo 26: Y se zafen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él. El Señor vino a dar libertad a los presos del pecado. Lucas 4:18-19 dice: El Espíritu del Señor es sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres: Me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; Para pregonar a los cautivos libertad, Y a los ciegos vista; Para poner en libertad a los quebrantados: Para predicar el año agradable del Señor.
Conoceréis la verdad, y la verdad os libertará. Liberados del pecado, ya no estamos sujetos a las supersticiones del mundo, a las tradiciones religiosas sin fundamento escritural. La vida ha vuelto a nosotros. Salmo 19:7 dice: La ley de Jehová es perfecta, que vuelve el alma: El testimonio de Jehová, fiel, que hace sabio al pequeño. El Señor nos vuelve el alma a la verdad de la vida, nos hace sabios, con la verdad de su Palabra comprendemos que estamos libertados y no tenemos por qué participar de lo que el mundo hace en contra de la voluntad de Dios. Dice Éxodo 23:2: No seguirás a los muchos para mal hacer… Tristemente son muchos los que siguen la mentira. Leamos Jeremías 10:2: Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las gentes, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las gentes las teman.
El salmista David buscaba la verdad en torno a la Palabra de Dios. La creación de Dios confirma la sabiduría y la verdad de Dios. La ciencia misma confirma la Sagrada Escritura; hablamos de ciencia no de suposiciones. Salmo 89:8 dice: Oh Jehová, Dios de los ejércitos, ¿Quién como tú? Poderoso eres, Jehová, y tu verdad está en torno de ti.
Dios juzgará al mundo con su verdad. Estimado amigo, si usted es religioso, es bueno que medite en torno a su situación espiritual, ¿bajo qué procedimiento se llevó a cabo su bautizo? ¿fue sumergido en un río o simplemente fue metido en una piscina? ¿qué día guarda, el sábado que estableció el Señor o el domingo? ¿qué festividades celebra? ¿fue enseñado a orar de pie o de rodillas como lo establece la Escritura? ¿ le ofrecen sus pastores el cielo? Si sus respuestas no están en armonía con la Palabra de Dios le han enseñado mentiras. El Señor, al final de los siglos, juzgará al mundo con su verdad, con su palabra. Salmo 96:13 dice: Delante de Jehová que vino: Porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, Y a los pueblos con su verdad. El día del juicio no podremos argumentar: “el pastor me dijo, yo creí, yo pensé, a mí me dijeron”. Todo lo que hagamos, si somos hijos de Dios, debe ser con fundamento en la Palabra de Dios. Isaías 8:20 nos aclara: ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. ¿Ya le amaneció a usted estimado amigo?
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¿En qué Iglesia se pregona la verdad? Si usted se da cuenta y reconoce que en la iglesia a la que asiste no le explican la palabra de Dios, sino que el tiempo lo ocupan en escuchar chistes y fábulas, o en darle relevancia a testimonios de hombres que el Señor no acepta (Juan 5:41 dice: Gloria de los hombres no recibo), si el tiempo lo ocupan en celebración de cumpleaños, día del pastor, ese templo donde usted se reúne, puede ser de todo; un club social, un salón de convivencia, salón del reino de este mundo, capilla de muertos, menos, lea bien, menos una Casa de Oración. La Casa de Oración es el lugar donde se reúne la Iglesia del Señor para adorar a Dios. Isaías 56:7 dice: Yo los llevaré al monte de mi santidad, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa, casa de oración será llamada de todos los pueblos. Si usted estimado amigo está convencido que la verdad está en la Palabra de Dios, busque la iglesia donde se pregone la Palabra y pida a Dios ser parte de la verdad. Lo invitamos a que asista a escuchar la Palabra de Dios en alguna Casa de Oración de la Iglesia de Dios ubicadas en Guatemala.